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miércoles, 4 de marzo de 2015

EN ALGUNA ESTACIÓN DE EUROPA CENTRAL/ en la casa de enfrente... Häg (IV-I)

  En alguna estación de Europa Central Dora estaba tomando un café de la estación, muy concurrida a esa hora punta. En la que la estación a parte de llevar muy lejos a sus viajeros, también a esa hora era utilizada por miles de personas que también realizan el trasosiego diario de unos mil trenes de cercanías, así como el metro.

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Dora se sentía insegura. Lo que había hecho a Häg era imperdonable, lo único que hizo por Häg fue realizar una simple llamada a la central de policía avisando que un hombre, al que más había amado en su vida, estaba en entrado en una sobredosis letal.


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         La noche anterior se había expuesto demasiado, se había dejado llevar por los sentimientos que tenía hacia Häg, pero él no la entendería ¿En qué tipo de negocios era en los que estaba metida, Dora?, Esa noche no quiso estar ni una hora más en Mallorca sin acudir a la cita en casa de Häg, incluso a sabiendas de que tres tipos la habían seguido desde su salida de Hotel en la que había tenido cierta reunión sabiendo que la estaban siguiendo, pero realmente tampoco sabía si los podría haber despistado cuando salieron de sus escondrijos en la casa de Häg corriendo hacia él inmovilizando al pobre de Häg, mientras otro agresivamente alcanzó a Dora, en la que el tipo tuvo peor suerte. 

Ya era demasiado tarde cuando vio que unos de los agresores, estaba inyectando a Häg alguna droga mientras el otro le tenía contra el lateral de la ventana desde la que Häg estaba observando lo que decía Dora, sobre la casa de enfrente, y que tanto había hecho hincapié en la noche de los sucesos.


           <<¡Oh! Pobre Häg, quizá no fue lo correcto, pero no puedo poner a la organización en peligro. Espero que acudieran a tiempo los policías que llamé. Aunque esos dos cerdos siguen hay, no los he podido esquivar... o tal vez no me hayan visto no venían en el mismo vuelo, que me trajo a mi ciudad y poder trasladarme a lugar seguro, hasta que pueda volver a contactar con Häg,  seguramente sabrán que me vendría directamente a la estación donde puedo pasar más desapercibida con la de gente que pasa por aquí más de doscientos mil al día>>



          Dora se decía  dando vueltas al azucarillo mirando por la vitrina de la cafetería de alguna estación de Europa Central. Allí estaban aquellos dos tipos, otra vez. Iban elegantes con  trajes típicos de ejecutivo, pero de los matones aún no podía pensar como podía haber realizado aquella llave de agarre al cuello, en la que dejó sin aliento a su atacante, eran corpulentos y jóvenes estando bien preparados para matar, pero ¿Por qué no la habían matado sin más... desde un principio, ¿Qué interés les suscitaba aquellos tipos a seguir tras Dora? 


Después de examinarlos por un instante, giró levemente su cabeza mientras ellos miraban hacia la cafetería de alguna estación en Europa. Donde el ruido interrumpía a cada medio minuto por el paso de los trenes que era casi ininterrumpido.





       -          Möchten Sie weitere Dame?  - preguntó el camarero con un gesto cordial al pensar que Dora se giraba para demandarle algo más.


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  -  Opppsss...!  Nichts für jetzt... Entschuldigung nur laut zu denken... Danke. - contestó Dora a modo de disculpa, y que de momento no le apetecía tomar nada más. 
Se oyó un saludo que contestó al vuelo el camarero que estaba detrás de la barra tratando de pulir aún más los vasos, y es que no era una de las cafeterías más frecuentadas, y por eso muchos se perdían el gran servicio que se prestaba en una de las cinco plantas de aquella estación de trenes, donde Dora había parado unas horas desde que desembarcó del avión que la trasladó de la isla hacia una de las ciudades más importantes de Europa Central.

          -        Guten morgen - dijo también Dora, pero cuando se giró a ver quién había entrado quedó sorprendida al comprobar que aquellos dos clientes, eran precisamente, los dos tipos que la seguían y que estaban hablando entre sí habiendo hecho caso omiso al saludo equivocado que había contestado al compás del camarero.

Tenía que tranquilizarse, ni siquiera se habían dado cuenta de la presencia de la mujer que estaba en una mesa alejada.



        << - Vaya par de idiotas... ¡Ufff... mejor...! no se han dado cuenta que estoy aquí ¡ja! y eso que me están buscando, bien algo juega en mi favor, parecen novatos sino no cometerían ese error. Pero Dora piensa, es lo que sabes hacer pensar y resolver conflictos... Lo mejor no te muevas del sitio, si te estás orinando mejor aguanta un poco chica. Dora has de pensar rápido, ya que novatos o no en algún momento se podrán dar cuenta de que estoy aquí y se va a liar gorda...>>

       Estaba pensando como salir de allí, mirando las puertas del baño, quizás tendrían una ventana por la que salir.

       -          Lady ! Ich möchte Sie etwas fragen...
      Se escucho una voz que le decía ¡Señora! quiero hacerle una pregunta... 


Dora no sabía cómo dar la cara ahora y responder a aquel hombre que no le resultaba conocida y seguro que no era la del camarero que minutos antes había hablado.

      
          Cogió su bolso  haciéndose la despistada y hacer pensar que estaba buscando alguna cosa, aquel sombrero que llevaba, no tenía alas, por lo que poco podía ocultar su rostro, así que de esta manera con la cabeza gacha rebuscando en el bolso de piel negra en la que parecía una especie de cartera de ejecutiva, contestó que qué es lo que quería a aquel tipo que permanecía junto al otro, apoyado en la barra mientras observaba todo al que pasaba por delante de la vitrina del café.

       
En aquel instante su mayor necesidad era salir de aquel local de cafetería en la que se había metido cuando llegó a la estación de trenes de en algún lugar de Europa Central, al tener que agacharse a recogerlas al suelo. Unas manos que se le habían adelantado a recoger las llaves, a la vez que con un acto reflejo, agarró su mano delicada con unos dedos muy femeninos, salvo por las uñas que no había parado de morderse desde que salió de Mallorca y aterrizó en aquella estación.

          -          Esta vez no te escapas zorra, lo vas a pagar muy caro. Le dijo el tipo que le miraba con rabia a la cara.

         Sin embargo Dora no miró con cara del dolor que le producía la mano del tipo, que de cada vez la iba aprisionando más fuerte, lo miró con ojos de desafío, sin contemplaciones, a la vez que le contestó con los labios apretados.

         -           ¿A qué esperas, cabrón? Te crees que ya me teneís - en ese momento le escupió a la cara.

         -           ¡Agh...! ¡Puta! - dijo más enfurecido el tipo, mientras se enjugaba la saliva que alcanzó su cara, con su pañuelo de tela.

        Dora aprovechó el momento para relizar una llave, para evadirse de la mano de aquel tipo que le aprisionaba, lanzó un codazo en la cara, al que el tipo le respondió con un guantazo.

          -         Te lo dije, debía ser más rápido... Schweienkopf*!

          A lo que le fue a aquel "cabeza de chorlito" fue una patada en su occipital que con un giro dio en si misma de Dora había potenciado el golpe, que tiró al tipo que dio con la cabeza en el extintor de pared del café.

           En ese instante unas brazos la alcanzaron por el cuello. El otro tipo fue apresurado hacia Dora y este le abrazó por el cuello. Dora agarró de inmediato la nuca del agresor que la tenía abrazada con sus potentes brazos, Hincando uno de los tacones afilados de su zapato al pie del tipo para poder encontrar algún tipo de ventaja por medio del dolor.


           La presión era más fuerte sobre el cuello de Dora que ya le era necesario respirar quitó su brazo derecho y le propinó un fuerte golpe con el codo al hígado de aquel tipo... el tipo se resintió.

            Con una de sus piernas logró desestabilizar al tipo aprovechando el dolor que le producía aquel codazo vital que le había dejado sin aliento. con una técnica casi profesional, aprovechó el balanceo del hombre, Dora derribó finalmente al agresor que había sido girado contra el suelo, e inmovilizado con la rodilla derecha de Dora.

           <<¿Qué hago dijo Dora, este tío en cualquier instante se levanta y me mata?>>


          No le quedó remedio, era la segunda vez que debía tomar aquella decisión por su propia seguridad.
          El tipo dejó de respirar.



          Con un salto se reincorporó y fue rápidamente hacia la barra, tras ella estaba el pobre camarero, con otra sobredosis igual que la de Häg.


                        VER CLIC AQUÍ LO QUE LE SUCEDIÓ A HÄG      
                                 (Te lleva al capitulo II-I de la casa de enfrente... Häg!   

                                                    

           No podía hacer nada, para salvar a aquel hombre, y se le echaban encima aquel par de tipos de los que tuvo que deshacerse. Del mismo modo que se deshizo en casa de Häg en la noche anterior.


De la que tuvo que desaparecer para poder evitar el tener que enfrentarse a lo que conllevaba que Häg probablemente hubiese detestado su verdadero trabajo.

Mientras tanto, Häg se dirigía a la comisaría, que aún ni sabía nada de lo que estaba sucediendo para explicar, aquella noche de la que Dora había desaparecido, y que podía dar una prueba mediante aquel billete del parking del aeroport de Sont Sant Joan.

Dora se alejó por los andenes y entró en un nerviosismo por todo lo que pasaba en aquella estación, donde dos hombres habían fallecido en alguna estación de Europa Central.





Imagen de la modelo Irving Penn, 1950.
Vio un paso de vía en el que no había nadie,  atrás quedaban los dos muertos y uno que ella había asesinado a su paso. Su semblanza era fría, calculadora, y con un gran brío a pintarse y arreglarse el pelo tras aquel suceso en el café, parecía como si ella fuese una mujer responsable, firme, educada, seductora... Con enterezas ella cogío un billete hacía algún lugar del mismo país en el que se encontraba, su próxima estación le esperaba, y ahora sabía que nadie la seguía.



Sintió mucha lástima por Häg, cómo estaría, él siempre tan bueno con ella, el hombre que entre citas de sus estancias en la isla de Mallorca le había penetrado el alma, aquella que sentía ser desdichada realmente por lo que ella representaba en su organización que siempre había ocultado a Häg.

Mientras tanto Häg entraba a la comisaría de la policía donde previamente, como ya publiqué en la parte (III-I) de mi blog por si quieres echar un vistazo y ponerte en situación de la historia que pretende ser más amplia. Como es esta que aún no tiene un título definido, y que llamé desde el inicio En la casa de enfrente... Häg.

Continuará sólo si tú quieres.








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