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miércoles, 4 de marzo de 2015

EN ALGUNA ESTACIÓN DE EUROPA CENTRAL/ en la casa de enfrente... Häg (IV-I)

  En alguna estación de Europa Central Dora estaba tomando un café de la estación, muy concurrida a esa hora punta. En la que la estación a parte de llevar muy lejos a sus viajeros, también a esa hora era utilizada por miles de personas que también realizan el trasosiego diario de unos mil trenes de cercanías, así como el metro.

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Dora se sentía insegura. Lo que había hecho a Häg era imperdonable, lo único que hizo por Häg fue realizar una simple llamada a la central de policía avisando que un hombre, al que más había amado en su vida, estaba en entrado en una sobredosis letal.


ME REFIERO A LOS HECHOS OCURRIDOS (HAZ CLIC) AQUÍ


         La noche anterior se había expuesto demasiado, se había dejado llevar por los sentimientos que tenía hacia Häg, pero él no la entendería ¿En qué tipo de negocios era en los que estaba metida, Dora?, Esa noche no quiso estar ni una hora más en Mallorca sin acudir a la cita en casa de Häg, incluso a sabiendas de que tres tipos la habían seguido desde su salida de Hotel en la que había tenido cierta reunión sabiendo que la estaban siguiendo, pero realmente tampoco sabía si los podría haber despistado cuando salieron de sus escondrijos en la casa de Häg corriendo hacia él inmovilizando al pobre de Häg, mientras otro agresivamente alcanzó a Dora, en la que el tipo tuvo peor suerte. 

Ya era demasiado tarde cuando vio que unos de los agresores, estaba inyectando a Häg alguna droga mientras el otro le tenía contra el lateral de la ventana desde la que Häg estaba observando lo que decía Dora, sobre la casa de enfrente, y que tanto había hecho hincapié en la noche de los sucesos.


           <<¡Oh! Pobre Häg, quizá no fue lo correcto, pero no puedo poner a la organización en peligro. Espero que acudieran a tiempo los policías que llamé. Aunque esos dos cerdos siguen hay, no los he podido esquivar... o tal vez no me hayan visto no venían en el mismo vuelo, que me trajo a mi ciudad y poder trasladarme a lugar seguro, hasta que pueda volver a contactar con Häg,  seguramente sabrán que me vendría directamente a la estación donde puedo pasar más desapercibida con la de gente que pasa por aquí más de doscientos mil al día>>



          Dora se decía  dando vueltas al azucarillo mirando por la vitrina de la cafetería de alguna estación de Europa Central. Allí estaban aquellos dos tipos, otra vez. Iban elegantes con  trajes típicos de ejecutivo, pero de los matones aún no podía pensar como podía haber realizado aquella llave de agarre al cuello, en la que dejó sin aliento a su atacante, eran corpulentos y jóvenes estando bien preparados para matar, pero ¿Por qué no la habían matado sin más... desde un principio, ¿Qué interés les suscitaba aquellos tipos a seguir tras Dora? 


Después de examinarlos por un instante, giró levemente su cabeza mientras ellos miraban hacia la cafetería de alguna estación en Europa. Donde el ruido interrumpía a cada medio minuto por el paso de los trenes que era casi ininterrumpido.





       -          Möchten Sie weitere Dame?  - preguntó el camarero con un gesto cordial al pensar que Dora se giraba para demandarle algo más.


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  -  Opppsss...!  Nichts für jetzt... Entschuldigung nur laut zu denken... Danke. - contestó Dora a modo de disculpa, y que de momento no le apetecía tomar nada más. 
Se oyó un saludo que contestó al vuelo el camarero que estaba detrás de la barra tratando de pulir aún más los vasos, y es que no era una de las cafeterías más frecuentadas, y por eso muchos se perdían el gran servicio que se prestaba en una de las cinco plantas de aquella estación de trenes, donde Dora había parado unas horas desde que desembarcó del avión que la trasladó de la isla hacia una de las ciudades más importantes de Europa Central.

          -        Guten morgen - dijo también Dora, pero cuando se giró a ver quién había entrado quedó sorprendida al comprobar que aquellos dos clientes, eran precisamente, los dos tipos que la seguían y que estaban hablando entre sí habiendo hecho caso omiso al saludo equivocado que había contestado al compás del camarero.

Tenía que tranquilizarse, ni siquiera se habían dado cuenta de la presencia de la mujer que estaba en una mesa alejada.



        << - Vaya par de idiotas... ¡Ufff... mejor...! no se han dado cuenta que estoy aquí ¡ja! y eso que me están buscando, bien algo juega en mi favor, parecen novatos sino no cometerían ese error. Pero Dora piensa, es lo que sabes hacer pensar y resolver conflictos... Lo mejor no te muevas del sitio, si te estás orinando mejor aguanta un poco chica. Dora has de pensar rápido, ya que novatos o no en algún momento se podrán dar cuenta de que estoy aquí y se va a liar gorda...>>

       Estaba pensando como salir de allí, mirando las puertas del baño, quizás tendrían una ventana por la que salir.

       -          Lady ! Ich möchte Sie etwas fragen...
      Se escucho una voz que le decía ¡Señora! quiero hacerle una pregunta... 


Dora no sabía cómo dar la cara ahora y responder a aquel hombre que no le resultaba conocida y seguro que no era la del camarero que minutos antes había hablado.

      
          Cogió su bolso  haciéndose la despistada y hacer pensar que estaba buscando alguna cosa, aquel sombrero que llevaba, no tenía alas, por lo que poco podía ocultar su rostro, así que de esta manera con la cabeza gacha rebuscando en el bolso de piel negra en la que parecía una especie de cartera de ejecutiva, contestó que qué es lo que quería a aquel tipo que permanecía junto al otro, apoyado en la barra mientras observaba todo al que pasaba por delante de la vitrina del café.

       
En aquel instante su mayor necesidad era salir de aquel local de cafetería en la que se había metido cuando llegó a la estación de trenes de en algún lugar de Europa Central, al tener que agacharse a recogerlas al suelo. Unas manos que se le habían adelantado a recoger las llaves, a la vez que con un acto reflejo, agarró su mano delicada con unos dedos muy femeninos, salvo por las uñas que no había parado de morderse desde que salió de Mallorca y aterrizó en aquella estación.

          -          Esta vez no te escapas zorra, lo vas a pagar muy caro. Le dijo el tipo que le miraba con rabia a la cara.

         Sin embargo Dora no miró con cara del dolor que le producía la mano del tipo, que de cada vez la iba aprisionando más fuerte, lo miró con ojos de desafío, sin contemplaciones, a la vez que le contestó con los labios apretados.

         -           ¿A qué esperas, cabrón? Te crees que ya me teneís - en ese momento le escupió a la cara.

         -           ¡Agh...! ¡Puta! - dijo más enfurecido el tipo, mientras se enjugaba la saliva que alcanzó su cara, con su pañuelo de tela.

        Dora aprovechó el momento para relizar una llave, para evadirse de la mano de aquel tipo que le aprisionaba, lanzó un codazo en la cara, al que el tipo le respondió con un guantazo.

          -         Te lo dije, debía ser más rápido... Schweienkopf*!

          A lo que le fue a aquel "cabeza de chorlito" fue una patada en su occipital que con un giro dio en si misma de Dora había potenciado el golpe, que tiró al tipo que dio con la cabeza en el extintor de pared del café.

           En ese instante unas brazos la alcanzaron por el cuello. El otro tipo fue apresurado hacia Dora y este le abrazó por el cuello. Dora agarró de inmediato la nuca del agresor que la tenía abrazada con sus potentes brazos, Hincando uno de los tacones afilados de su zapato al pie del tipo para poder encontrar algún tipo de ventaja por medio del dolor.


           La presión era más fuerte sobre el cuello de Dora que ya le era necesario respirar quitó su brazo derecho y le propinó un fuerte golpe con el codo al hígado de aquel tipo... el tipo se resintió.

            Con una de sus piernas logró desestabilizar al tipo aprovechando el dolor que le producía aquel codazo vital que le había dejado sin aliento. con una técnica casi profesional, aprovechó el balanceo del hombre, Dora derribó finalmente al agresor que había sido girado contra el suelo, e inmovilizado con la rodilla derecha de Dora.

           <<¿Qué hago dijo Dora, este tío en cualquier instante se levanta y me mata?>>


          No le quedó remedio, era la segunda vez que debía tomar aquella decisión por su propia seguridad.
          El tipo dejó de respirar.



          Con un salto se reincorporó y fue rápidamente hacia la barra, tras ella estaba el pobre camarero, con otra sobredosis igual que la de Häg.


                        VER CLIC AQUÍ LO QUE LE SUCEDIÓ A HÄG      
                                 (Te lleva al capitulo II-I de la casa de enfrente... Häg!   

                                                    

           No podía hacer nada, para salvar a aquel hombre, y se le echaban encima aquel par de tipos de los que tuvo que deshacerse. Del mismo modo que se deshizo en casa de Häg en la noche anterior.


De la que tuvo que desaparecer para poder evitar el tener que enfrentarse a lo que conllevaba que Häg probablemente hubiese detestado su verdadero trabajo.

Mientras tanto, Häg se dirigía a la comisaría, que aún ni sabía nada de lo que estaba sucediendo para explicar, aquella noche de la que Dora había desaparecido, y que podía dar una prueba mediante aquel billete del parking del aeroport de Sont Sant Joan.

Dora se alejó por los andenes y entró en un nerviosismo por todo lo que pasaba en aquella estación, donde dos hombres habían fallecido en alguna estación de Europa Central.





Imagen de la modelo Irving Penn, 1950.
Vio un paso de vía en el que no había nadie,  atrás quedaban los dos muertos y uno que ella había asesinado a su paso. Su semblanza era fría, calculadora, y con un gran brío a pintarse y arreglarse el pelo tras aquel suceso en el café, parecía como si ella fuese una mujer responsable, firme, educada, seductora... Con enterezas ella cogío un billete hacía algún lugar del mismo país en el que se encontraba, su próxima estación le esperaba, y ahora sabía que nadie la seguía.



Sintió mucha lástima por Häg, cómo estaría, él siempre tan bueno con ella, el hombre que entre citas de sus estancias en la isla de Mallorca le había penetrado el alma, aquella que sentía ser desdichada realmente por lo que ella representaba en su organización que siempre había ocultado a Häg.

Mientras tanto Häg entraba a la comisaría de la policía donde previamente, como ya publiqué en la parte (III-I) de mi blog por si quieres echar un vistazo y ponerte en situación de la historia que pretende ser más amplia. Como es esta que aún no tiene un título definido, y que llamé desde el inicio En la casa de enfrente... Häg.

Continuará sólo si tú quieres.








lunes, 2 de marzo de 2015

La casa de enfrente... Häg (III-I)

          (viene de aquí haz clic)

          Habían pasado horas desde que se habían largado aquellos policías que habían entrado por la fuerza, para poderle salvar le vida a Häg, que ni tan siquiera sabía cómo se había administrado aquella sustancia que le dejó tirado por el suelo.
Se sentía con cierto desánimo que ni entendía, en la que también le generaba ciertos pensamientos erráticos, pero los que más le preocupaban era el hecho de que él sabía que su dulce Dora, y que había desaparecido sin más, aunque tampoco era algo lógico.
Incluso se le hacía insoportable el tratar de dormir, tras haber sobrevenido de una sobredosis que tal y como dijo el médico, al subinspector Alonso, parecía que había sido por los síntomas que presentaba cabía la posibilidad de que la cocaina o algún tipo de anfetamina fuera la causa de la sobredosis que tuvo que ser atendido por una llamada telefónica que recibieron en la Central.


Mientras tanto en la callejuela de la tan misteriosa casa de enfrente de  casa de Häg existía una lucha interna entre Häg y sus pensamientos.



Cuando había conseguido dormir se le generaba un malestar por aquellos sueños que eran demasiado intensos, e incluso desagradables; por lo que su actividad le había pasado a llevar a estar agitado fatigoso y sin demasiado apetito, salvo la sed, que la iba a saciar directamente del grifo del baño, en la que se percató que ni tan siquiera quedaba alguna esencia de Dora.


Aquello no era un misterio sólo para él.


Cartoon Networks.
          - ¡Ramírez! - Llamó desde su escritorio el sub-inspector Alonso - En cuanto pueda venga con el informe, quiero que esté también presente el médico y así evaluar si lo que dice ese Häg es cierto.

           - ¡Ok! Sub-inspector. En seguida hago las gestiones. El registro de llamadas de la central, ya me ha dado los datos, muy interesante por cierto...- Contestó sonriente el joven policía Ramírez.

        Häg permanecía en su casa sin poder dormir, pero ya era hora de que hiciera algo, al menos buscar a Dora, tenía que encontrarla...


          - ¡Hoy os traigo patatas de La Puebla! ¡¡¡Traigo patatas, saco de patatas a 2€ patata buena de La Puebla...!!! Se oía desde la callejuela.
         
          -          Grrr...! ¡el que me faltaba! - dijo Häg llevándose los dedos a las sienes - ... el vendedor ambulante... ¿Qué día es hoy? ¿Lunes?... ¡Ay bah claro! por eso tenía que marcharse tan temprano Dora...

         El vendedor ambulante de sacos de patata de La Puebla, seguía con su megáfono por la callejuela de la casa de Häg tratando de reclamar a lo vecinos su presencia, y que daba sacos a dos euros.

 Decidió dar un salto desde la cama, cuando ya se le hacían insoportables aquellos pensamientos negativos que no le llevaban a ninguna parte salvo a la inquietud, cierto desánimo, y la desazón en pensar en todo lo que había ocurrido desde la llegada de Dora en uno de aquellos encuentros esporádicos, pero que hasta el momento, no había dado más fruto que el de un amor extraño y sincero. No podía dejar aquello así, y claro para ello debía ir primero a la comisaría para hablar con el subinspector que había ido a su casa. 

Un sentimiento de culpa le apretaba el pecho, pero había cosas que no encajaban, e incluso pensó; que sería un ataque por aquellos supuestos intrusos que Dora había visto en la casa de enfrente.


           -           ¡Sí claro ella tendría razón! ¡Seguro que ha sido eso, la verían llegar y esos desalmados...! ¡Hijos de Puta!. - Gritó impotente ante la situación de incertidumbre que le atosigaba.



           Se fue directamente a darse una ducha para refrescarse y para hidratar aquella piel que le había quedado algo reseca por no saciar toda la sed que aún sentía. Se puso los jeans, una camisa, después se preparó otro zumo de naranjas, mientras daba un telefonazo al subinspector diciendo que iría para allá a hablar con él. .

            Puestos a investigar se dispuso a echar una batida por casa a ver si encontraba algún significado a todo aquello, aunque su cabeza no estuviera totalmente despejada, rebuscó incluso entre los cristales que habían permanecido hecho añicos en el salón.

           No encontraba nada, ni tan siquiera una evidencia que probara que Dora había estado aquella noche allí y que había desaparecido.

           -          ¡La cocina! Allí están aún la vajilla, las copas...!  - Exclamó Häg mientras permanecía en aquella postura con su mano en la barbilla y la otra a su costado.

          Se dirigío hacia la cocina, y pensó que no era necesario recoger nada, le diría al Subinspector Alonso, que fuera a su casa a echar otro vistazo y se lo diría... 

           -          A ver, Häg piensa un poco... - se dijo antes de salir de la cocina parando en el umbral de la puerta - las servilletas, con aquellos labios pintados debió quedar algún resto del carmín de Dora.
           
           Abrió el cubo de desechos de la cocina y removió con las manos seleccionando  las servilletas que estaban a la vista.

           -            Nada... esto está mojado, cuántas veces le habré dicho que no me eche la botella de vino sin vaciar... Bueno con la vajilla le bastará al subinspector,  sabrá como sacar huellas y podrán dar con ella, antes que yo... - Mientras se resignaba, al cerrar la papelera, algo captó su atención que hizo levantar su tapa de metal pisando el pedal de la papelera de acero inoxidable.

            Se agachó y empezó a rebuscar en la papelera sin que tuviera tantos reparos como la primera vez.

            -           Hummm... espero que no sea una paranoia, pero dónde estará ese papel que me llamó la atencíon... ¡Aquí! - Lo cogió y empezó a leer.

            Su cara se iba transformando a medida que leía, aquel papel que podría ser importante, y es que aquel ticket era el del parking del aeropuerto, tal vez no se hubiera ido, tal vez permanecía aún el coche allí, más datos con los que poder probar al menos la existencia de Dora.



           Se puso la chaqueta y cogió las llaves de su coche, se dirigía a la comisaría a entregar aquél hallazgo que había hecho en sus pesquisas por la cocina de la casa de Häg 



Imagen de Pinterest, compartida aquí Lincoln...


Recuerda ésta es la III parte de este primer capítulo de la casa de enfrente de Häg, así que no te pierdas la próxima entrega, en la que veremos adónde nos lleva esta pista para saber más de lo ¿Qué pasó con Dora? tras una visita a los investigadores, con alguna sorpresa en la que no faltará detalle en esta aventura que compenzó aquí en la calle de enfrente... Häg

   ¡Continuará sólo si tu lo deseas!Dame una señal...

viernes, 27 de febrero de 2015

En la casa de enfrente... Häg (II)


          -          ¡Nos están observando, Häg. ¡Aparta de la ventana!. 

      Dijo Dora apartándose de la cortina desde la casa de enfrente en la que puedes empezar a leer el principio de esta historia que le sucedió al personaje de Häg que empezó aquí, por si quieres conocer el incio.




          Häg apenas se inmutó.
       
         << - ¡Oh Dios! - se decía a sí mismo mientras un sabor agridulce recorría su garganta hasta la boca - ¿Qué le pasa a Coltrane?, suena horrible, parece que está pasado de revoluciones. ¡Qué asco! - se decía mientras caía en un abismo de reflejos, de las luces que chispeaban en su cerebro haciéndole perder el equilibrio, sintiendo un calor asfixiante alteradas por su ritmo cardíaco como si de del trote  de los caballos desbocados se tratase.

         

           Häg ni siquiera se daba cuenta de lo que pensaba a lo que hacían sus gestos y convulsiones que le hicieron caer definitivamente en los que de un modo grotesco hacían retorcer su cuerpo sin sentido. Parecía que nadaba, la cabeza se le dirigía de un lado a otro con el rostro demacrado con un girón de boca, apretando los dientes, y con la vista que también tenía una especie de ansiedad y locura.

         <<¡Dora... ¿Dora? no veo nada ¡¿Me oyes?!>>

        Todo quedaba en pensamientos, pues su voz no se escuchaba y de los gruñidos que surgían de su boca que espumaba no hacía legible...

           El viento hizo revolotear las cortinas suavemente, la callejuela estaba completamente en silencio, salvo el CD de John Coltrane, que el había puesto para entrar en ambiente con Dora, después de la cena en aquella tardía noche lluviosa en la que unos ruidos horribles, que hicieron estallar los ventanales de la casa de Häg y en la que Dora había tenido sospechas de que alguien les observaba desde la casa de enfrente.




Un golpe seco tiró la puerta al suelo. Un grupo de Policías, acompañados por unos sanitarios irrumpieron en el salón de la casa de Hág en la que la luz de la mañana entraba a raudales en la casa de Häg que aún permanecía hecho un guiñapo. Ya no pensaba, no sentía, ni convulsionaba, estaba inerte sobre el gress del suelo... Permanecía inmóvil y ausente de la llegada de la llegada de la Policía, en la que un médico y un sanitario componían el grupo que había tirado la puerta abajo.

          -        Chicos todo vuestro, parece claro ¿No? - dijo el oficial del grupo de los 4 que habían llegado.

          -        Seeee.... le pondré una dosis de Naloxona, a ver si espabila, si es que le queda algo de pulso, a saber el tiempo que lleva en este estado - respondió el médico que ya había buscado los puntos vitales - ¡Vaya! si llegamos 5 minutos tarde se nos va.

         El oficial insistió e hizo un gesto circular en el aire para que su compañero inspeccionara la casa de Häg.

         Al cabo de unos 10 minutos el agente, que era el más joven, volvió de su batida por la casa.

         -        Nada subinspector Asensio, en la casa no hay nadie más. El que llamó a la central debería ser otro "yonqui" que se estaba pegando el homenaje con éste... ¡Buah! lo típico, seguro que no ha querido dar la cara y deja así "tirao" a su colega - dijo el policía raso dando las novedades al subinspector Asensio - ¡Malditos! - finalizó el Policía llevando las manos al cinto adelantando la pelvis como necesitando que sus riñones descansaran sobre sus caderas.

           -          Lo último sobra Ramírez. Aunque lamentablemente sea así, también los hay de buena honra que se quedan con su amigo y de paso nos adelanta muchas cosas que podríamos ahorrarnos el saber qué clase de sustancia tóxica se ha metido. ¿No crees? - Le respondió



En ese momento el medico empezó a dar algunas instrucciones de protocolo para el despertar de Häg...
        
          -          Feliz despertar amigo... ejem... señores que alguien me ayude a sentar ha esta persona en el sofá y cierren un poco las cortinas que no entre mucha luz, ya saben no quiero ahora preguntas muy directas, a saber qué tipo de viaje le habrá dado, no debemos asustar, y Ramírez traiga una manta.


         -          ¡Qué frío! ¿Qué a pasado? ¿Dora?... - empezó a decir Häg, mientras tiritaba como un perro después de haber hecho su efecto la Naloxona que contrarresta la sobredosis y el efecto de la sustancia tóxica.


Fotografía catalogada (sobredosis) en la Página de Samur Bilbao


         -            ¿Cómo está Häg? ¿Ese es su nombre verdad? - le preguntó el médico transmitiendo serenidad.

          -             Muy confuso, pero ¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí? mejor dicho que me ha pasado? Me encuentro fatal.

        -          Verá lo que a usted le haya podido pasar, usted ya sabe que está expuesto a que algún día le dé una sobredosis, así que me parece que hoy ha sido unos de esos días. Yo soy el médico de emergencias y he venido a acompañar a estos señores que son de la Policía y quizá quieran realizarle algunas preguntas, pero ahora tranquilo, respire hondo por la nariz y exhale por la boca tranquilamente. ¿Me entiende Hág?

   Asintió con cara de sorpresa al oír las palabras que le decía el médico, el no se lo podía creer, él no se drogaba, es más ni se había drogado nunca, pero aquel hombre que le resultaba extraño, le estaba diciendo que era el médico y que encima la policía estaba en su casa.

            Fue cuando se presentó amablemente el subinspector Asensio, en la que en medio metió el nombre de Dora.

          -      Oiga Häg, no sé si será aún por el desvarío ¡que hombre a su edad...! Ya sabe qué pasa cuando uno consume drogas, pero en fin es su decisión y no comete delito, por eso no se preocupe, por lo demás ha nombrado Dora, ¿Quién es Dora? ¿Quiere que la avisemos?

          -     Opppss... Dora la chica que estaba conmigo, por cierto que hora es.

         -     Las 8 de la maña viernes... pero dígame quién es esa chica que dice que estuvo aquí y según parece, ni había nadie con usted, ni tampoco hay ninguna chica - Insistió Asensio.

         ¿Y Dora? ¿Dónde se abrá metido aquella chica, bah... claro recuerdo que te dijo que a las 3:00 a.m. tenía un vuelo... Adónde era ese vuelo, no lo dijo ¡Cachis...! siempre con sus secretismos, sólo me dijo que tenía que alquilar un coche y así poder estar puntual a la hora de su otra reunión, pero ¿Qué reunión? En realidad nunca se lo había dicho, ni tan siquiera mencionado su empresa. ¿Cómo le explicaba a aquél policía que Dora era su amor, pero a la vez una perfecta desconocida con la que se encontraba en noches como la que había sido la anterior.

 
         -       Verá agente, yo no me encuentro bien ahora, me están entrando ganas de vomitar, y ganas de comer dulce, parece que el frío se ha pasado también, al menos ya no tengo esos horribles temblores. ¿Por qué no me dejan un momento a solas y que se me marche este dolor de cabeza? No sé si quieren pasen luego o yo voy donde me digan y les digo. Estoy totalmente aturdido.

          El médico que permanecía junto a su paciente, miró de reojo al subinspector Alonso, este a su vez creyó que era conveniente que se marcharan de la casa de Häg e hizo un  gesto con la mano pidiendo tiempo.

         -         Quizás sea la persona que llamó a la central subinspector - dijo el médico - Usted ahora no se preocupe tome algo de dulce, pero no bollería. He visto que hay naranjas sé que el sabor le sabrá mal, pero le ayudará a equilibrar el nivel de azúcar en sangre y no tendrá esa sensación de sequedad en la boca.

          -       Está bien señor Häg, relájese y tómese unas tilas de paso le ayudaran, no pruebe eso más, aguántese y no haga tonterías, que ya ve le pueden costar la vida -  Alonso a Häg que aún llevaba la camiseta mojada del sudor frío del efecto de la Nalaxona - En cuanto a lo de la chica o supuesta Dora, le agradecería que llamase a este número y dígales que le pasen conmigo, diga Dora de referencia, así sabré que es usted.